Short live

SHORT LIVE LOCATIONS

Short-Lived Locations de Suso Fandiño pretende documentar fotográficamente la existencia de imágenes pertenecientes al contexto de lo artístico dentro de espacios pertenecientes al mundo del viaje, el transporte de viajeros y la migración humana en su sentido más puramente físico. Este ámbito de acontecimientos transcurre entre estaciones, paradas de autobus, aeropuertos y cualquier espacio donde el tránsito y el recorrido humano se muestran completamente ajenos al objeto artístico.

En la obra de Suso Fandiño deambula en alrededor del objeto artístico, de la obra de arte como producto, como imagen iconográfica y como propio sistema de significación.

Es del todo habitual encontrar puntos de fractura entre estos encuentros y el posterior desarrollo del producto artístico a lo largo de las sociedades contemporáneas. En el proyecto Ephemeral Destinations se estudian y se inspeccionan las diferentes relaciones que existen entre los objetos artísticos como productos comerciales y su exhibición en espacios públicos como meros reclamos. Es habitual observar fuera del contexto imágenes artísticas pertenecientes a exposiciones u otros eventos, en estaciones, aeropuertos y lugares de tránsito de viajeros en general.

 

 

Estas imágenes no están concebidas como objetos artísticos en sí mismas, no tienen más pretensión que la de anunciar y notificar al transeúnte un evento o exposición, donde tendrá lugar la exhibición de una serie de productos objetos artísticos. Estas imágenes reclamo por otra parte se contradicen en sí mismas dado que eligen, e intentan ser paradigmáticas. Se usan habitualmente las imágenes más importantes ,más destacadas o simplemente más conocidas por el gran público para de este modo obtener una mayor rentabilidad en relación a la asistencia del público.

Estas imágenes tras más de 70 años del famoso texto de Walter Benjamín sobre la reproductibilidad de la obra de arte, se encuentran en ese curioso limbo o espacio de frontera que al mismo tiempo juega un papel clave dentro del proyecto Ephemeral Destinations, un espacio físico que al mismo tiempo que de algún modo es también frontera.

ESPACIOS DE TRANSICIÓN, ESPACIOS DE TRÁNSITO

Los espacios habitualmente elegidos para la ubicación de este tipo de reclamos publicitarios, son lugares donde habitualmente se produce un intercambio de transeúntes propiciado fundamentalmente por la existencia de un medio de transporte, de viaje de migración entre diferentes localizaciones y destinos. Serán entonces habituales las lugares como estaciones del metro, aeropuertos, paradas de autobús, estaciones de tren u otros lugares análogos. Estos espacios de límite

son espacios de transición porque nadie vive en ellos de modo permanente pero todo el mundo transcurre por ellos cuando su localización se mueve cambia, son los elegidos fundamentalmente para establecer el reclamo. Esta característica común de una imagen artística descontextualizada en un ámbito social no perteneciente al contexto de lo artístico sino el contexto del viaje, de la frontera, del cambio de localización establece una fantástica metáfora por la que transcurrir.

 

 

Este paralelismo entre el objeto artístico fuera de su contexto inmóvil en un lugar de movilidad da pie a establecer y abrir un debate más amplio sobre la propia característica y ontogenia del objeto artístico como tal en la actualidad y las limitaciones a las que se ve sometido en un mundo cambiante.

 

LO QUE SE DESPLAZA Y LO QUE PERMANECE INMÓVIL

Los humanos en desplazamiento en este tipo de espacios de intercambio y movilidad son una masa relativamente indefinida y no expectante, al mismo tiempo en los museos se produce un proceso similar pero a la inversa. Los museos son al mismo tiempo espacios de movimiento, de tránsito, de visita y finalmente y sobre todo de recorrido, por la contra los transeúntes de significación en su recorrido. Esta analogía con el viaje como recorrido mantiene a estas reproducciones de famosas obras de arte como testigos mudos, como elementos desubicados, fracturas en la significación en un museo que no existe.

Suso Fandiño nos propone recuperar ese museo que no existe e integrarlo dentro de ese tránsito del viaje y del viajero que si existen como tales. Esta identificación clara entre dos ámbitos aparentemente tan lejanos permite al autor jugar en multitud de ocasiones con la visibilidad o invisibilidad estas propias imágenes artísticas sacadas de su contexto museístico. A veces la simple aparición de un tren evita parcialmente que podamos observar la imagen, otras veces la propia muchedumbre agolpada ante un andén la que evita que podamos enfrentarnos ante una imagen artística como lo haríamos en un museo. Esta discontinuidad en relación con los museístico presumiblemente de gran interés y funciona en todo momento como reclamo para que el espectador extraiga sus propias conclusiones, y elabore una significación apropiada sobre la imagen y sus posibilidades. El proceso parte de la elaboración de un relato a partir de las posibles interacciones de estas imágenes y su entorno, su ecosistema.

 

 

 

 

 

 

EL RECORRIDO, EL VIAJE Y LA VUELTA

La interacción que proponen algunos de los objetos artísticos es fruto de un proceso de diálogo y conversación, entre espectador activo y el objeto artístico en su contexto de exhibición. Este recorrido de algún modo también es un viaje, es un viaje de ida con un retorno que nunca es igual que cambia según quien haya hecho la primera parte del viaje. Esta relación obviamente no se produce por ejemplo en un aeropuerto, donde al tiempo que esperamos nos óvulo podemos observar una imagen gigantesca anunciando una exposición de Paul Klee, pero en esa fractura donde el autor reivindica esas imágenes como material artístico, como propios elementos del contexto artístico sin otorgarles un fin y una significación como elementos del tejido social fuera de toda legitimación como obra artística. Esta legitimidad fuera del contexto artístico, de la pared blanca, del cubo blanco queda traicionada y discurre por un camino que pertenece al de los objetos no considerados artísticos, banales y tan frívolos como el anuncio de una nueva marca de refrescos.

 

 

Esta taxativa disección del objeto artístico contemporáneo se queda a ojos de Suso Fandiño como una proposición excesivamente dogmática y claramente insuficiente para un mundo cambiante del objeto artístico cada vez es algo menos tangible como tal y al mismo tiempo más asequible. De esa duda y de este debate sobre el proyecto así como las diferentes imágenes e instantes que le dan forma expositiva. Las imágenes que Suso nos propone nos llevan a cuestionar, a dudar y lo que es más importante a no tener claros los límites marcados por el marco de legitimación del contexto artístico.

Si de algún modo el siglo XX se caracterizó por la desmaterialización del objeto artístico, quizás el siglo XXI quiera transitar el avance hacia una desnaturalización del objeto coleccionable, tasable, almacenable y fácilmente consumible al pagar la entrada en las taquillas del museo.

Sobre estos dos viajes la migración de las personas y el deambular del recorrido museístico se inscribe el discurso de este proyecto, sutilmente sin otorgar demasiadas respuestas, limitándose de algún modo a seguir mejorando algunas de las preguntas planteadas.